El proyecto AICCA desarrolló medidas de adaptación al cambio climático en la cuenca del Lago de Tota para el sector agropecuario, uno de los más vulnerables. Para ello, implementó un programa de extensión rural en alianza con la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria-AGROSAVIA. Inicialmente se realizó un diagnóstico de las cadenas productivas más relevantes en el territorio (cebolla, papa y ganadería) con el fin de proponer medidas de adaptación para toda la línea agropecuaria de la cuenca.
La primera línea de producción dentro de la cuenca es la de cebolla larga o junca. El monocultivo ha generado impactos complejos tanto para los ecosistemas por el uso de agroquímicos y la demanda de agua, como a nivel social y económico, debido a que constituye la principal fuente de empleo en el territorio. Se produce cerca del 60% de la cebolla larga que consume el país en el municipio de Aquitania y parte del municipio de Cuitiva.
Se estima que este cultivo abarca unas 2.200 hectáreas al año y genera más de 3.000 empleos directos, por lo cual es de suma importancia para la región. La propuesta del proyecto AICCA incluyó la capacitación y acompañamiento en la implementación de Buenas Prácticas Agrícolas con consideraciones de cambio climático. De manera paralela, se promovieron alianzas entre productores e instituciones para realizar trabajo y monitoreo conjunto para su aplicación.
La segunda línea de producción más importante en la cuenca es la papa. Este cultivo también genera bastante oferta laboral en la región y aunque en menor medida que la cebolla, también ocupa una extensión importante en las veredas de Aquitania y Tota. El cultivo de papa se expone a una elevada cantidad de plagas y enfermedades, y en consecuencia es común el uso elevado de agroquímicos que generan impacto en el ecosistema, afectando la calidad de la tierra y por consiguiente la sostenibilidad de los cultivos. Esto se suma a la variabilidad climática, volviéndolos mucho más vulnerables.
En este caso se desarrollaron parcelas demostrativas para incluir medidas de adaptación como sistemas agroforestales y producción de biofertilizantes. Estos insumos al ser producidos por los mismos dueños de las parcelas, reducen costos y representan un ahorro importante, a la vez que fomentan una producción más sostenible, pues aportan a la recuperación de suelos.
“He aplicado un bulto de abono orgánico a un bulto de semillas certificadas, abono producido por nosotros en la finca, lo compostamos y creo que todo eso le ha sentado bien al cultivo”.
Víctor Manuel Giraldo – Agricultor de papa, Tota, Boyacá
La tercera línea productiva del sector agropecuario que se tuvo en cuenta fue la ganadería, que también presenta unos retos importantes en los procesos de adaptación. Se propuso incluir a los árboles y vegetación dentro del sistema productivo con el uso de sistemas silvopastoriles que ofrecen un mejor equilibrio entre el componente forestal y el de la producción de forrajes. De esta manera, se mejora la calidad de la cobertura del suelo, se reducen los impactos de las sequias y se amortiguan los eventos de precipitación extremos.
También se orientó a los agricultores para que, en adelante, ubiquen sus sistemas productivos en sitios adecuados, considerando la Estructura Ecológica Principal de la cuenca del Lago de Tota. A esto se le denominó “Planeación de fincas” con lo que se busca alinear los objetivos de producción hacia la sostenibilidad de los socioecosistemas, todo con la intención de incluir acciones que propendan a la adaptación climática, por ejemplo, la restauración ecológica. Adicionalmente, se hizo énfasis en la importancia de no voltear el suelo con maquinaria pesada y en cambio utilizar herramientas sencillas como descompactadores que protegen las coberturas vegetales y evitan la pérdida de agua del suelo permitiendo que mantenga su humedad.
Al trabajo con las tres líneas productivas priorizadas se agregó un componente importante: la “Escuela del agua y del clima”, que consistió en actividades de formación en las instituciones de la cuenca para que, desde la educación básica, los jóvenes entiendan el valor de monitorear algunas variables climáticas, como temperatura y lluvias, en la toma de decisiones prácticas sobre el territorio, los cultivos, el comportamiento de plagas y enfermedades, entre otras.
Con este proceso de extensión rural enfocado en las líneas productivas importantes para los pobladores de la cuenca, se llegó a más de 150 familias, impactando aproximadamente a unas 800 personas, quienes ahora cuentan con herramientas para adaptarse al cambio climático a través del monitoreo del clima, la planeación de fincas, los sistemas agroforestales y silvopastoriles y el uso de biofertilizantes. La sistematización de este proceso se encuentra disponible en el documento: “Aportes al proceso de reconversión productiva considerando criterios de variabilidad y cambio climático en la cuenca del lago de Tota” que puedes descargar a continuación.
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